domingo, agosto 22, 2004

SUPERCAMPEONES!



“Aquí estamos de vuelta, mi Ecuador del alma,” gritaba Roberto Bonafont, el poeta del gol, desde el puesto de los comentaristas. “Nos encontramos en un partido a muerte, cual lucha entre titanes por sobrevivir. Si, damas y caballeros, nos encontramos a un minuto de acabar el segundo tiempo suplementario en el partido entre el Niupi y la escuela fiscal Rumiñahui Duchicela 32. Ambos equipos se encuentran con dos goles cada uno, cinco brazos rotos, dos cabezas rotas, tres miembros perdidos y cuatro defensas muertos entre los dos, pero ni la muerte ni las heridas detienen a estos dos conjuntos de guerreros ¡Cual espadachín vikingo que surca los mares del estadio en busca del gol!”

Oliver empezó a notar que el capitán del Rumiñahui, Wilson Satán “El diablo Pinchito” Moreno, estaba adolorido. “¿Qué te sucede, compañero futbolista?” Preguntó Oliver.

“No me pasa nada,” respondió malhumorado el otro capitán. “Es solo la lepra radioactiva mutante cancerosa que me puede matar si sudo con la que sufro desde que nací.”

“¿La qué? ¿Como mierda se te ocurre jugar con semejante huevada encima?”

“¡Eso no importa! Lo único que importa es el fútbol. Yo les prometí a mis compañeros que jugaría todo el partido, y nada me va a detener. Ni siquiera ese transmisor que me pusieron unos científicos nazi sicópatas que activa una bomba debajo de mi casa matando a mi familia al segundo que yo me muero.”

“¡Mierda, eso si que es ser un futbolista! ¿Pero... no te parece que te estás pasando de la raya?”

“Esa huevada no es nada. Hay un monito a dos cuadras de mi casa vigilándola a cada momento. Si mi casa explota, el monito está entrenado para hacer una llamada para que suelten a Camargo, al Monstruo de los Andes y a Franklin Salas para que violen a mi abuela hasta matarla a punta de verga.”

“Oye... esa pendejada ya está muy friki, en serio. ¿Sabes qué? Voy a hablar con el arbitro para que detenga el partido. En serio, hombre, esa mierda que hablaste me da miedo... en serio.”

“¡No! No puedes detener al fútbol,” gritó Wilson Satán antes de salir corriendo con la bola. “Nunca detendrás al fútbol. ¡Nunca!”

“¡Oye! ¡Oye! ¡Espera! ¡No sudes, te puedes morir! Esta mierda me va a traumatizar toda mi infancia,” dijo Oliver antes de salir corriendo atrás de Wilson. “¡Mierda, Tom, agarra a ese tipo!”

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¿Podrá Wilson meter un gol sin morirse causandole desgracias a toda su familia y llevar a su equipo a la victoria? ¿Podrá Benjí detener el tiro del buitre? ¡No se pierda el siguiente emocionante episodio de Supercampeones!