jueves, abril 06, 2006

Danny Potter y el prostíbulo embrujado.



Hola a todos, lectores del batiblog. Yo soy Danny “El hechicero sexual” Potter. Quisiera agradecerle la oportunidad de dirigirme a ustedes, y contarles sobre mis aventuras, a mi padrino Don Krapowski, que me consiguió este camello después de que me votaron como profesor de marketing de la universidad del Jefferson; porque parece que esa huevada del ‘método del colchón’ para hacer pasar a las alumnas solo es legal en la estatal.

Mi aventura comienza, como muchas otras, en el piso del cabaret ‘Odisea’ donde yo me encontraba inconciente, hasta que me despertaron los gritos de “¡QUE SALGA KATIUSKA LA COME HOMBRES!” “¡QUE SALGA KATIUSKA LA COME HOMBRES!” Cuando me desperté tenía una chola gorda bailando en pepas sobre mis nalgas, una jarra de cerveza sobre la espalda, un cenicero en la cabeza, y había cuatro cojudos sentados alrededor mío. Yo me levanto cabreado. “¿Qué es esta huevada? ¡Bájate de mí, zorra chucha de tu madre!” Puta, solo porque estuve ahí tirado por tres días sin moverme me creen mesa. Le grito a esos hijueputas “¡Ustedes los judíos mataron a Jesús!” y le parto la jarra de cerveza en la cabeza a uno de esos hijueputas. Los manes se sorprendieron. No sé si fue porque los llamé judíos y en verdad eran chinos, o porque le partí la cabeza a uno de ellos. Luego uno de esos chinos judíos se para y me mete un patazo a la cabeza, y esa huevada es trampa porque yo no sé karate ni verga. Como a mi no me gustan los tramposos, corrí hasta la mesa mas cercana donde estaba bailando una puta flaca, la levanto y les grito a estos judíos chinos “Esta técnica la aprendí de Mr. Miyagi.” Ahí les tiré la zorra encima y los tumbé a todos.

Apareció un negro enorme que era el bouncer del local. “¡Ayúdame negro, que estos chinos mataron a Jesús!” Pero el negro ateo hijo de su puta negra madre me agarra, me levanta y me lanza contra una pared, solo porque la puta flaca que usé como arma mortal era la hija del man. Esa huevada no me dolió porque ya estaba más dopado que Maradona en los ochentas. Me levanto y le meto un patazo al huevo del negro. Salgo corriendo por la puerta y me escondo detrás de unos tachos de basura. Veo pasar al negro, las dos putas y a los cuatro chinos que me andaban buscando para matarme como hicieron con Jesús.

De repente escucho un grito “Oye tú, ¿que chucha haces escondido ahí?” Yo ya iba a salir hecho un pedo, pero me di cuenta que el man era uno de los recogedores de basura de Bachagnon y no uno de los manes que me buscaba. Yo le grito “Amigo, tienes que ayudarme, me andan buscando por un crimen que no cometí.” Y el flaco me dice “¡Vesijueputa! ¿Qué crimen es ese?” “¡Yo no maté a Jesús!” le digo. Le metí un puñete al flaco y luego me trepé a la cabina del camión de Bachagnon. “¡Siga a ese auto!” le grito al chofer del camión. “¿Qué auto, de que chucha me está hablando?” me dice el negro este. Yo le meto un puñete mientras estaba distraído, y lo saco del camión de basura.

Como me habían arruinado la fiesta en ‘Odisea’ acelero el camión Bachagnon para irme a la Isla del Tesoro. “¡Oye! ¿Qué chucha está pasando allá adelante?” me grita un flaco de esos que siempre van parados en la parte de atrás de los camiones de basura. Empiezo a hacer bailar el carro de izquierda a derecha para soltar al flaco. Nadie lo había invitado a ese hijueputa a la fiesta. En una de esas el flaco sale volando y se estrella contra una buseta que venía en contra vía, o a lo mejor yo iba en contra vía. Yo no sé, chucha, ni que tuviera licencia. Espero que no le haya pasado nada malo al flaco, porque no se veía tan mala gente, o por lo menos no se veía judío.

Cuando ya todo estaba tranquilo saco la billetera para ver cuanto billete me quedaba. ¡Las malditas zorras de Odisea se me habían feriado todo el sueldo! Saco el celular y llamo a uno de mis alumnos. Llamo al mas perro de todos mis alumnos, un negro que se llama Ronnie, pero todos en la clase le decimos Ronaldiño. El man no sabe jugar fútbol ni verga, pero es un negro feísimo. Yo le puse así al moreno, y todos en la clase no reímos del man. Me contesta la vieja de Ronnie “Eeeeehh... ¿aló? ¿Quién llama, son la tres de la mañana?” “Por favor señora, despierte a Ronnie. Es de suma urgencia, uno de sus amigos se está muriendo.” La vieja me pone a Ronnie en el teléfono. “Ronaldiño, te invito a una fiesta.” “¿Qué? ¿Profesor? Pero si mañana tenemos examen, ¡y con usted!” Yo la verdad me había olvidado de esa huevada. “¡Si no quieres sacar cero y terminar vendiendo cocada en el malecón, negro maricón, vas a venir a la fiesta! Te paso viendo en diez minutos.” Dicho y hecho, llego diez minutos después y lo recojo a Ronaldiño. “Negro, por cierto, tu pagas todo porque ando sin plata.”

Al fin llegamos a la Isla del Tesoro, y Ronaldiño pago por unas bielas y unas zorras para que nos bailen. La fiesta estaba arrecha. Pero no se imaginan con quien me encontré en ese cabaret. Justo a unos metros se encontraba Edwin Villafuerte chupando Zhumir con unas putas del man. Yo le grito “¡EEEEEEEDWIIIIIIN, ataja esta!” y le tiro una botella de Trópico Seco. El man se vira y dice “¿Qué?” y la botella la parte la cara. Por suerte nadie me vio hacer esa huevada y el man quedó inconciente. Creo que el man no era Edwin tampoco, porque Edwin si la hubiera tapado.

Pusieron la música de la propaganda de Coca Cola, y salió una tipa a hacer strip tease. La man era patucha, flaca y casi no tenía tetas. Yo creo que estaba un poco borracho en ese rato porque me paré y grité “¿Qué chucha hace ese niño flaco ahí bailando? Sal de ahí niño hijueputa que este lugar es para adultos.” La man siguió bailando porque no sabía de que chucha estaba hablando yo. “Niño careverga, te voy a enseñar a respetarme” le digo. Me trepo al escenario y empiezo a empujar a la zorra esta. La tipa esta me empieza a aruñar la cara. “Niño maricón, te voy a enseñar a pelear como hombre.” Le meto una patada al huevo, pero la man no tenía huevo obviamente. La pateé con tanta fuerza que se me quedó metido medio pie en la vagina de la man. La tipa empieza a gritar de dolor, y yo estaba ahí tratando de sacar el pie de su hueco. Los bouncers se habían dado cuenta de que andaba haciendo relajo y venían con intención de sacarme la chucha, y la hija de puta esta seguía gritando. “¡Niño de mierda, suéltame la pata, reflechucha de tu madre!” Logro sacar el pie, pero el zapato se me había quedado adentro colgando.

“¡Corre Ronaldiño, que nos vamos!” Voy corriendo, y algo me agarra el pie de nuevo. Era ese maricón hijueputa que se estaba haciendo pasar por Edwin Villafuerte, que justo se había despertado y me había agarrado desde el suelo. “Tú no eres Edwin, tú eres un judío” le grito, tomo la botella de cerveza y se la parto en la cabeza. Los bouncers estaban a punto de agarrarme a mí y a Ronaldiño. Yo le digo al negro “Jesús te recompensará por tu sacrificio, Ronaldiño,” le meto un patazo a la pierna y le rompo el hueso. Mientras los bouncers estaban ocupados capturando a Ronaldiño, yo me escapaba hacia mi camión Bachagnon.

Esa noche perdí el sueldo de la quincena, un zapato y un alumno. No me fue tan mal. A mi me gusta retirarme mientras voy ganando, así que me dirigí a la casa de mi vieja a pedirle plata y ruquear.

EPILOGO.

A Ronaldiño lo tuvieron secuestrado por un mes hasta que el viejo pagó todos los daños. El man faltó a los exámenes y se quedó de año. Yo le puse un 15 sobre 20 por el esfuerzo.

Pude constatar a través de este método científico que ni Odisea ni la Isla del Tesoro están embrujados.