lunes, julio 10, 2006

Despedida de Soltero

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Igualito a esto, pero sin putas, drogas, burro, persecuciones en buseta o Tom Hanks.


Cuando un hombre se casa, existe un rito en donde sus amigos, por obligación moral, deben llevarlo en una travesía de bacanal degeneración por cabarets, puteríos, bares y demás lugares que el cura de la esquina te dice que no visites - pero que el man quisiera visitar – en búsqueda de una última noche de libertad en la que todo se puede hacer; porque si crees que tu mujer te va a dejar salir de noche a meterle billetes en el calzón a Katiuska la come hombres entonces salúdame a Papá Noel y al Ratón de los Dientes cuando los veas en la Atlántida, maldito iluso. También puedes salir escondido como maricón a hacer lo que quieras, pero después no me vengas a llorar después de dormir en la casa del perro porque regresaste a casa hecho mierda y oliendo a putas. Lo que trato de decir es que obviamente somos unos inmorales porque no hicimos nada de esas huevadas; como el novio ya ha sido completamente amansado y amaestrado como jirafa de circo solo fuimos al bar Heineken-Music a tomar trago. Lo cual es prácticamente lo que siempre hacemos cuando nos reunimos... solo que esta vez no pudimos invitar a nuestras amigas, porque llevar amigas a una despedida de soltero, aunque sea una despedida zanahoria, la hace bien de a verga. Es decir, igual que siempre... solo que esta vez sin peladas ni nada.

Normalmente esto no ameritaría un post, ¡excepto por lo que pasó entre mi pana Camilo, una pelada, un enano y un gordo maricón! Estaba un enano bailando con una pelada, y estaba este tipo medio gordo que quería bailar con el enano. Era una huevada rarísima: Estaba este pobre enano tratando de bailar con la pelada, y este gordo maricón se les ponía en medio y trataba de bailar con el enano. Solo le faltaba empujar a la pobre tipa. Yo me estaba cagando de risa viendo al gordo tratar de violar al pobre enano. Me imagino que el gordo se escapó o lo botaron de Vulcano, que queda – para desgracia del pobre bar – justo al lado. Yo no tengo nada en contra de los homosexuales, pero hay un rato en que ves al cuarto gringo de cincuenta años con camiseta floreada y cola de caballo pasearse por la ventana del bar con su cholo-lady-prosti-boy treinta años menor mano en mano en camino a Vulcano y sientes que parte de tu niño interior ha muerto. Pero en fin, en un rato me distraje, y cuando volví a mirar la pelada ya se había cabreado del par de maricones y Camilo se la estaba cobrando en la barra del bar (¡ARRECHO, CAMILO!). El enano volvió después de un rato, se llevó a Camilo a una esquina y le dijo algo. No tengo idea que habrá sido. Al día siguiente Camilo sacó la vieja excusa de “Ay no, que estaba borracho y no me acuerdo nada de lo que pasó” que yo no me la creo porque yo no lo vi con tanto trago en la mano. Según el man, que solo se acuerda vagamente que le tocó a una tipa las amígdalas con la lengua.

De aquí en adelante las opiniones varían. Según mi pana José, la pelada era la novia del enano, y que lo que el enano le dijo a Camilo fue que de favor le perdone la pelada, porque el man es un enano horrible de mierda y casi nunca tiene tanta suerte de encontrarse con una man lo suficientemente borracha como para pararle bola. También me contó que el man vió al enano llevarse la cartera de la pelada para que la pelada lo siga. Eso, o el enano se le robó la plata. Según mi pana Jorge (el que se casaba y ya se casó) el enano era el proxeneta de la man, y se llevó a Camilo a la esquina para negociar.

Nunca resolveremos el misterioso caso de El Enano, la Borracha, el Gordo Maricón y el Camilo. Cabe recalcar que ya teníamos unos tragos encima, y que es posible que nada haya ocurrido y que probablemente pasamos todo el rato inconcientes tirados en plena calle.