Buck Rogers en el socialismo del siglo XXV

Buck Rogers, el primer astronauta ecuatoriano, que se perdió en el espacio en el 2015, ¡ha sido encontrado en el año 2497! Congelado dentro de su nave espacial, Buck Rogers ha sobrevivido hecho helado por casi cinco siglos. En una cama en el hospital del seguro, Buck Rogers recobra la conciencia, al lado de un negro.

“Chucha, ay ay ay! Mierda, ¿que pasó? ¿Donde estoy? ¿QUIEN CHUCHA ES ESTE NEGRO? ¿QUE HACE AQUI?”

“Tranqui, tranqui, muchacho,” dice un señor que estaba parado junto a la cama. ”Estás en el siglo 25; te acabamos de rescatar del espacio. Ese negro se encuentra en la cama contigo porque también es un paciente y como no hay muchas camas hay que compartir.”

“¡Dejen de llamarme EL NEGRO, malditos cholos racistas hijueputas! Tengo un nombre, soy Stacy X”

“Perdón, negro… digo, Stacy,” dice Buck Rogers

En eso llega un enano caminando hacia la cama y dice “Abran paso que ya volví.”

“¿Y este enano?”

“El enano también estaba usando la cama pero fue al baño,” dice el negro.

“Sí, y no había papel higiénico, así que no me manoseen las nalgas si no quieren embarrarse de mierda.” El enano de un salto se mete en la cama entre el negro y Buck Rogers.

“¿Pero como es esta huevada de que meten a tres tipos en una cama? ¿Qué puto hospital maricón es este?”

“Oiga, señor, este es un hospital del seguro social, tan bueno como lo puede encontrar en Cuba o en Burundi,” dice el hombre parado junto a la cama. “Así que no hable huevadas que la medicina ya es de todos.”

“¿Y quién chucha es usted?”

“Yo soy Felipe Correa, el ministro de recibir astronautas cojudos que se quedaron congelados en el espacio por ineptos y que fueron rescatados siglos después.”

“¿Existe un ministerio para esa huevada?”

“Sí, tenemos como dos mil y pico de empleados”

“¡Puta madre, tanto trabajo tiene que hacer ese ministerio!”

“No, ni verga; la pasábamos abaca todo el día hasta que apareciste tú y nos cagaste todo. Así que apuremos esta huevada antes de que me hagas cabrear más, careverga.”

“Sí, apúrate y lárgate, maldito hijueputa, que roncas y no me dejas ruquear,” dice el enano.

“Perdonen. Todavía estoy confundido,” dice Buck Rogers. “Lo último que recuerdo es que estaba en el espacio en mi nave, y entonces abrí mi lata de encebollado de atún Real, se me regó la huevada sobre los controles y casi me hice mierda.”

“Ya pasó lo peor,” responde el ministro. “Acabas de dejar la horrible pesadilla neoliberal, y ahora te encuentras en el mundo del socialismo del siglo veinticinco.”

“¡Vesijué! Ni siquiera sabía que vivía en una pesadilla neoliberal.”

“Pues sí, era horrible; hasta terrible se podría decir. Pero ahora la patria ya es de todos. No te preocupes, que ahora nos encargamos de todo. Para empezar le hemos conseguido una casa, porque las casas son de todos. Le toca vivir en la provincia de Sauces Cuatro.”

“Vesijué…¿Provincia?”

“Y aparte le traje ropa para que no ande en pelotas por la calle.”

“Esa camiseta rosada dice que soy un sexy bitch. ¿No tiene otra?”

“Claro, tengo esta fucsia que dice Princess.”

“Chucha… ¿y no tiene otro par de pantalones que esta licra amarilla fosforecente con huecos en las nalgas?”

“No, y no se preocupe, que esos pantalones están de moda; todos los usan. La verdad es que tampoco hay otros pantalones en todo el país. Se dañaron las máquinas que fabricaban los otros, y solo funciona la de los pantalones licra con huecos atrás, y como no se permite importar, pues ya sabe. La licra sexy ya es de todos.”

“No sé, no creo que me está gustando esta huevada.”

“Es que todavía no ha visto lo mejor,” dice el ministro con una sonrisa. “Le vamos a dar un vehículo gratis.”

“¡Eso sí suena chepísimo!”

“Aquí está su patín.”

“¿Patines? ¡Pensé que era un carro!”

“Ni que fueras el presidente, astronauta maricón.”

“¿Y no debería ser un patín para cada pie?”

“No, no hay tantos como para eso. Utilícelo como si fuera un monopatín y verá que pronto se acostumbra.”

“No… no… la verdad es que no sé que pensar sobre toda esta huevada.”

“Chucha, entonces lo que le voy a dar lo hará muy feliz; es su propio robot Socio-Listo. Se llama Twiki.”



“¡Ese robot es más gay que C3PO! ¿Y qué chucha se supone que hace?”

“El mundo del socialismo del siglo veinticinco es muy complicado para la mente de los simples mortales. El robot Socio-Listo se encarga de interpretar y explicar las cosas para que después no se le ocurra al ciudadano de que las cosas son culpa del gobierno, en vez de ser obvias conspiraciones de los neoliberales y la partidocracia como todos sabemos.”

“¡Yo no necesito esa huevada!”

“Pues te jodiste, maricón; por ley todos deben llevar su robot socio-listo a todas partes.”

“Bueno ya, dejaré que tu robo-gay me siga.”

“No te sigue, se le dañaron las piernas y ya no hay repuestos.”

“Bip bip, eso es culpa de los Estados Unidos y de la partidocracia,” dice Twiki.

“Exacto, Twiki, muy bien dicho,” concuerda el ministro.

“¿Y entonces como chucha me lo llevo?”

“Lo cargas como mochila.”

“Esto está en la verga.”

“Da lo mismo. En fin, ya estás listo para salir a la calle y vivir en el glorioso paraíso de los trabajadores.”

“¡MIERDA!”

***

CONTINUARÁ.

No, esta vez es en serio. El post era más largo, pero me da pereza terminarlo ahorita.