domingo, agosto 07, 2005

Supercampeones: episodio #763

¡Bienvenidos a otro emocionante episodio de Supercampeones! ¡El equipo del Niupi se acaba de enfrentar a los Atómicos de Hiroshima en la liga juvenil de futbol japonés!

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“¡Que buen partidazo, compañeros!” dice Oliver. “Hoy día si que te luciste Tex-Tex. Yo juraba que esa bola iba a entrar, pero hiciste tus movimientos ninja y la botaste afuera.”

“Solo hacía mi trabajo, Oliver.”

“Y tú, Tom,” sigue Oliver. “Ese pase que me mandaste estuvo genial. Chucha, hasta parece que lo mediste con regla.”

“No fue para tanto, Oliver... no me hagas sonrojar.”

Bruce empezó a hacer como que tosía.

“Y claro,” prosiguió Oliver. “Bruce... este... como que casi se podría decir que no nos cagaste el partido con esos dos autogoles que metiste. Casi se podría decir eso, pero no lo haré.”

“Gracias, Oliver. ¿Tú tampoco jugaste mal, sabes?”

“Sí... sí me di cuenta de que yo no jugué mal.”

“Hablando de esos dos autogoles,” interrumpió Richard Tex Tex. “Bruce, no te quiero decir que vales tres atados de verga, pero... hay veces en las que hay que hacer cosas que uno no quiere.”

Bruce se quedó callado y puso la cara que ponen los perros Cocker Spaniel cuando tratan de entender Física Cuántica. “Creo que no te comprendo bien, Richard.”

“Bueno, mira, Bruce,” siguió Richard. “Te voy a contar algo que me dijo mi amigo Steve el otro día que nos estábamos en la ducha, y—”

“¡Para esa huevada!” interrumpió Oliver. “¿Cómo es eso de que se estaban duchando juntos?”

“¡Puta! ¿No me digas ahora me vas a decir que bañarse con otro hombre es de maricones o algo así, no?”

“No es por nada, pero si me suena bastante pluma pluma gay esa huevada.”

“¡Chucha! ¿Acaso te parece imposible que un hombre se esté duchando con otro sin abrazar apasionadamente su pecho velludo y masculino mientras tu mano derecha deleita su miembro viril con románticas caricias? ¿Acaso te parece imposible que dos hombres se duchen sin hacer huevadas? ¡Porque entonces el maricón eres tú!”

“Bueno, bueno, ¡ya! Digamos que no es imposible. Continua con la historia que le estabas contando a Bruce.”

“Bueno, Bruce, como te iba diciendo. Steve y yo estabas en la ducha, y yo de pronto le digo Aaaahh... no tan al fondo, que ahí me duele. Y entonces—”

“Richard,” interrumpe de nuevo Oliver. “Mejor te pones a jugar el juego de los calladitos.”

“¿Cómo es ese juego?”

“Es un juego donde tienes que cerrar el orto que tienes por pico, y si ganas, te llevas un premio.”

“¡Que arrecho! ¡Nadie me va a ganar!”

“Sí, sí... tú eres el mejor. Bruce, me temo que Richard tiene razón.”

“ ¿En eso de que ducharse con otros hombres no es de gays?” pregunta Bruce. “¿No me estás proponiendo ninguna mariconada, verdad? Porque si crees que yo ando en esas huevadas, te parto la cara.”

“No, reflechucha de tu madre,” responde Oliver. “Richard tiene razón en eso de que vales verga.’

“Oliver,” interrumpe Richard. “¿No estamos jugando al juego de los calladitos? ¿Por qué estás hablando?”

“Sí, es que yo ya perdí. Pero tú todavía puedes ganar. ¡No te rindas! ¡No te rindas nunca!”

“Pero... Oliver,” dice Bruce. “¿Me quieren decir que yo no juego bien?”

“No es que no juegues bien, Bruce. El problema es que... No, que chucha estoy diciendo.. Sí, vales verga jugando. Vales verga. No sé que chucha haces de defensa, si eres un puto enano. ¿Cómo coño se supone que ayudas a evitar cabezazos? Eres un puto enano idiota. Me cabreas, chucha. A veces me cabreas tanto que yo—”

“Tranquilo, Oliver,” grita Tom. “Tranquilo, tranquilo... recuerda que no tenemos quien lo reemplace si se muere.”

“Vaya, yo no sabía que ustedes pensaban que yo jugaba tan mal,” dice Bruce. “Si así están las cosas... yo podría entrenar un poco mas o algo.’

“Sí, supongo que eso estaría bien,” responde Oliver. “Bueno, ha sido un día duro, chicos, así que mejor vayámonos a la caleta.”

“Espera, Oliver,” grita Richard. “Todavía no hemos terminado de jugar al juego de los calladitos.”

“Claro, claro. Sí, verás... tú perdiste”

“Pero yo estuve calladito todo el rato,” insiste Richard.

“Claro, pero... a los jueces no les gustó tu actitud, y eso quita puntos.”

“Mierda, y estuve tan cerca.”