jueves, julio 27, 2006

Danny Potter y el Ojo de la Atlántida.




Saludos, terrícolas, los saluda Danny Potter con otra aventura llena de intriga, aventura y eventos que negaré si me pregunta la policía o mi mamita.

Todo empezó un viernes en el que me tocó hacer de niñera del Vampiro Tailandés. Usualmente el Vampiro probablemente vive amarrado en el sótano de Don Belbo; porque de otra forma no se me ocurre como lo aguanta a este chino azul. Me levanto como a las diez y bajo a desayunar, y veo al Vampiro muy tranquilo ya sentado en el comedor. Abro la refri y le tengo que preguntar a este chino hijueputa “Vampiro, ¿por qué la lechuga está bañada de semen?”

“Bueno, Danny, yo creo que una mejor pregunta es ¿por qué los tomates no están bañados en semen, no te parece?”

La verdad yo no podía luchar contra semejante lógica así que cerré la puerta y decidí ayunar como los musulmanes. Lo que más me cabrea es que con este bolsón en la caleta ya no puedo traer a mis estudiantes del Jefferson para que mejoren su nota sin que las ahorque por atrás con su calcetín mata putas que llama ‘La espada del Augurio’. Es más fácil explicarles a los padres como su hija quedó misteriosamente preñada por el espíritu santo mientras rezábamos en la iglesia, que decirles que murió de un extraño caso de combustión espontánea y que el tarro de gasolina botado cerca del cadáver no es mío aunque tenga mi nombre escrito con marcador. Eso lo sé por experiencia.

Le abrí la puerta al vampiro para que salga al patio y haga sus necesidades. No sé que “necesidades” tenga un vampiro color azulito chicle pero ni loco se las voy a dejar hacer dentro de mi baño. Después de tres horas de esperar, y una semana después de un episodio de inconciencia etílica causada por un exceso de Vitamina Zhumir en mi organismo, me di cuenta de que el maldito vampiro todavía no había regresado. Salgo al patio y me encuentro una nota escrita en papel rosa que olía a desodorante de zorra. Era una nota de Álvaro Montalbán, líder de la pandilla gay más poderosa de todo el Ecuador, las Panteras Rosas. La nota decía:

¡Ja, Ja! Hemos capturado al Vampiro Tailandés,
y usaremos este sacrificio virgen para invocar
al temible Gaylactus, el devorador de miembros.
Nosotros los gays destruiremos a la humanidad,
¡y tú no podrás detenernos esta vez, Danny Potter!


¡VESIJUEPUTACOÑO! Los gays finalmente van a destruir el mundo como siempre han planeado. Es por eso que mi señor Jesús odia a los gay y a los judíos que los financian. Rescatar al vampiro de las garras gays de las Panteras Rosas no es huevada sencilla, por primera vez en mi vida tuve que llamar por ayuda. El problema es que... ¡la cura podía ser más letal que la enfermedad! Pero como la enfermedad va a destruir el mundo, me valió verga. Saqué mi celular y llamé a dos de los guerreros más poderosos de nuestra época: los hermanos Quiñónez, Judas y Hitler Quiñónez.

Photobucket - Video and Image Hosting
Hitler

Photobucket - Video and Image Hosting
Judas


Yo conocí a Judas y Hitler un día que manejaba borracho por el cerro Santa Ana. Yo conducía alegremente en mi estupor etílico, y cuando me di cuenta ya había atropellado a todo un pelotón del GOE y me había estrellado contra una casa que se pasó el PARE. De repente un negro con una voz con un sonido parecido al que hace un carro hecho de pura maldad estrellándose con un carro hecho de pura perversión en la carretera del infierno me dice “Arrecho, hijueputa, nos has salvado de los pacos. Ahora eres nuestro pana.” Ese negro era Judas. El negro Hitler, que era más grande, y que nunca habla (solo gruñe), me sacó del carro estrellado y me levantó con un solo brazo. Judas paró un carro a punta de pistola, y Hitler con la otra mano sacó al conductor y lo lanzó cerro abajo. Así logramos escapar antes de que lleguen más pacos.

Los hermanos Quiñónez no son personas normales como tú o como yo que seguimos las enseñanzas de Jesucristo. Yo sé que entre Belbo, Krapowski, el Vampiro y yo nos metemos en problemas, y hacemos nuestras travesuras y asesinatos premeditados, pero jamás nos ha buscado el FBI por cargos de genocidio.

En fin, ¿en qué me quedé? Ah, claro; ya me acordé. Yo los llamé por celular y me contestó Judas. Yo le digo “Judas, ¡el mundo está en peligro!” y el man me dice “¿Y a mí que chucha?” Ahí me cagó. No me quedaba otra más que intentar razonar. “Pero, Judas, si el mundo se acaba, ya no habrán más putas.” El man me contesta “¡Verga! ¿Y entonces a quien violo? Tranqui, Dani, que ya vamos para tu casa.”

Veinte minutos después los manes llegan en un carro de la policía robado. Ni bien se bajan Hitler me dice “¡Grrrrrr HmmmmmH Ññññññaaaaaaaaar!” Yo me quedé callado porque no tenía ni puta idea como contestar eso. Judas tradujo y me dijo que lo que su hermano queria decir es “Por favor, ¿vuestra merced podría explicar locuazmente las vicisitudes que afectan el bienestar del cuerpo celeste en el que cohabitamos toda la humanidad?” Yo les expliqué que las panteras rosas iban a sacrificar al pobre vampiro tailandés para llamar a Gaylactus. Judas sacó su colección de armas de la cajuela del carro y me dio un par de UZIs. Yo se las devolví, porque yo no uso armas de judíos y me quedé con una Mágnum. Luego nos metimos todos de vuelta al carro y nos fuimos al único lugar donde pueden tener prisionero al vampiro tailandés.

El vampiro, a pesar de ser medio bestia, tiene sus poderes de la oscuridad y podría teletransportarse y escapar en cualquier momento, a menos que esté encerrado en un lugar con maldad homosexual concentrada. Y el lugar con más perversidad gay en todo el país no es Vulcano, es la caleta de Omar Quintana, donde iniciaron a Alvarito Noboa en el mal camino para convertirlo en el primer presidente gay de la nación, y donde se ha tragado más sable que en todas las fondas donde sirven caldo de tronquito.

Con el carro de la policía a toda velocidad atravesamos la puerta principal de la mansión. Justo en plena sala se encontraban las panteras rosas más importantes en plena misa negra gay. Estaban Álvaro Montalbán, el Bam Bam, Mario Vanucci, Angelo Barahona, Francisco Pinoargote y Omar Quintana con capuchas negras, y justo en medio del círculo estaba el vampiro en pelotas y en cuatro. Primero se bajó Hitler y gruñó “¡Grrraaaa!” (Deteneos, berracos sodomitas, no mataréis al nosferatu azurre). Vanucci se rió con su risita maricona y nos dijo “¡Aaaaaay, no seas tontuelo! No vamos a matarlo, lo único que tenemos que hacer es sacrificar su virginidad anal. Le vamos a hacer un tren y enchuzarlo toditos. Vas a ver que rico.” Después de escuchar semejante horror, no me pude contener y saqué mi mágnum y les disparé todas las balas a los mecos. Para mi sorpresa todos se empezaron a mover como Neo en Matrix y se las esquivaron toditas. “Su gay Fu es demasiado poderoso. ¡Estamos perdidos!” grité. Judas se me acercó al oído y me dijo “¿No será que vales verga disparando, que tal vez no debiste tomarte esta botella de Trópico Seco antes de venir a rescatar al vampiro, y que está sosteniendo la pistola con las patas?” Yo creo que mi amigo Judas tiene un punto ahí, pero eso es tema para otro día.

No alcanzó el tiempo para discutir el asunto porque el Bam Bam, la pantera rosa-negra se lanzó de carretilla super especial (movimiento que aprendió del mismísimo Steve Hyuga) y tumbó a Hitler al suelo. Vanucci y Barahona le saltaron encima a Judas y lo empezaron a arañar con sus uñas afiladas y pintadas. Yo me metí debajo del carro para estratégicamente evitar que me entren a verga por el culo. El Vampiro Tailandés gritaba “FREEEEEEEEDOOOOM” porque todavía estaba amarrado, y le iban a enchuzar el orto tan pronto los planetas estén en la posición adecuada para la venida de Gaylactus. Judas les metió patazos al huevo a Barahona y Vanucci y gritó “¡Culos contra la pared, para que no nos hagan mujer!” la cual era una táctica para combatir contra maracos que aprendió en las duchas de la prisión. Luego gritó “Hitler, Táctica Zulu-Charlie-Tango”. Hitler sacó un shuriken de su bolsillo y gruñó “Hrrrmmmm Pruprupru” (Iniciando tiro parabólico; velocidad del viento dos nudos, distancia siete metros, medida del caos veintiocho grados de entropía. ¡FUEGO!) y lanzó su estrellita ninja. La estrella cortó las cuerdas que evitaban que el vampiro se moviera, y luego giró y regresó cortando las cuerdas restantes para regresar a la mano del negro Hitler, que se guardó la estrellita de vuelta en el bolsillo como si nada. El vampiro se levantó y empezó a correr en círculos por la sala mientras gritaba “¡LIBERTAD, ARROZ CON MELLOCO CELULITIS!”

Desde debajo del carro le metí dos balazos a las patas de la badea Quintana, que se cayó como mango maduro al piso. Desgraciadamente, me vio el Bam Bam Hurtado, que rápidamente me sacó de mi escondite, y en un movimiento muy rápido y practicado extensivamente el Bam Bam me bajó los pantalones exponiendo mis rosados y peludos cachetes. Yo cerré los ojos y me puse a pensar en la Navidad porque esta huevada me iba a doler; el Bam Bam se preparaba para realizar su Fatality, el muy conocido ‘Bam Bam One Man Gang Bang Thank you Ma’m’ que solo lo puede realizar cuando su barra de ataques especiales está llena. Ya mi culo iba a marcar calavera cuando Judas se apareció y le metió un patazo rompe piernas al Bam Bam con el grito de “¡Aléjate del blanquito, negro zorro hijueputa!” Yo me levanto y me subo el pantalón para cubrirme las vergüenzas – no es que me de vergüenza, porque mi verga es tan grande que me la tienen que sostener con grúa cuando voy a mear, y eso de vergüenza es un decir.

Pero los gays que quedaban en píe se recuperaron y volvieron al ataque Montalbán y Pinoargote se lanzaron contra Hitler, mientras que Vanucci y Barahona volvieron a arañar a Judas. Pero ahora que el vampiro Tailandés estaba libre, podía utilizar mi arma secreta. De mis bolsillos saqué el calcetín mata putas del vampiro y se lo lancé. “Vampiro, toma tu arma,” le grité. El vampiro vio su arma volar por los aires. “LA ESPADA DEL AUGURIO” dijo antes de saltar y agarrarlo en pleno vuelo. Enseguida el vampiro se puso justo atrás de Álvaro Montalbán y lo empezó a estrangular. “Ugggh... Vampiro Idiota, el calcetín mágico solo mata putas.” El vampiro se rió y dijo “También mata PUTOS, comesables” y lo mató. Luego alzó triunfalmente su calcetín y gritó “¡THUNDERCATS, HOOOOOOOOOOO!”

Los badeas restantes se asustaron, y en ese momento tiré al suelo una botella de caña manabita que guardaba debajo de pantalón. Luego le tiré mi encendedor de medio dólar y se incendió toda la sala. “Corran, chucha, que nos asamos.” Saltamos todos por la ventana y así logramos escapar de la caleta de Omar Quintana.

“Vampiro, ¿te encuentras bien?” pregunto yo. El vampiro me dice “Fue horrible, ¡me violaron!” ¡Vesijueputa! Yo saco mi pistola para sacar al pobre vampiro de su miseria, pero Judas pregunta “¿por el culo?” y el vampiro le dice “No, solo por la boca.” “Ah, entonces no cuenta” digo yo y guardo la pistola. “La boquita me sabe a pichirulo,” dice el vampiro, y todos no empezamos a reír.

EL FIN.