martes, enero 02, 2007

Me voy porque yo quiero que me vaya. A la hora que yo quiera me detengo, pero no quiero.

Se cierra el quiosco bloguero. Recojan sus cosas del piso, barran y trapeen el piso y cierren la puerta porque ya sé acabó la huevada.

Cualquier razón, ilusión o esperanza que yo haya tenido para empezar a escribir este blog se murió cuando me di cuenta de que el noventa por ciento de todas las conversaciones en haloscan eran tres o cuatro cojudos que no se conocen puteándose a la madre con la habilidad lingüística de Marlon Ayoví siendo entrevistado después de un partido. Por Dios, que aburridos estos hijueputas. He decidido que los momentos que me tardo en escribir el post, encontrar fotos que le vayan bien y postearlo estarían mejor gastados jugando Civilization IV y City of Heroes.

Igual, no creo que yo haya sido capaz de convencer a nadie de nada. Anais Nin una vez dijo “No vemos las cosas como son, sino como somos” solo que ella lo habrá dicho “O eos a ohas ohoh on, iho ohoh ohos” porque tenía el miembro de Arthur Miller en la boca mientras hablaba. En fin, yo no le paré mucha bola a esto hasta cuando leí Como ganar amigos e influenciar las personas donde el capítulo que trataba de cómo convencer a las personas de que estás en lo correcto y de que ellos son unos malditos imbéciles simplemente decía “Ni lo intentes, no se puede.” Y yo me quedé “¿Cómo? ¿Cómo que no se puede?” Y es verdad, no se puede. La gran mayoría de las personas son irracionales. Un amigo una vez me contó una conversación que tuvo con un comunista sobre Nebot.

“¡Nebot es una mierda! En vez de gastar plata en construir malecones, debería gastar plata en el alcantarillado.”

“El municipio no es responsable del alcantarillado, eso es de ECAPAG.”

A pesar de este golpe mortal de verdad y razón, el comunista seguía con su huevada.

“¡Si pero igual podría hacer algo! Y el crimen está terrible, debería gastar más plata en policías.”

“El municipio no es responsable de eso, eso le corresponde a la policía nacional.Ya mucho hace donando motos y carros a los pacos.”

“Sí, pero igual vale verga.”

¿Cómo se puede discutir contra tal irracionalidad? No se puede.

La gran mayoría de la gente no ve una discusión como una forma de debatir argumentos y llegar a una verdad. Para los imbéciles que son la mayoría, discutir es una competencia, donde no importa que hagas trampa, sueltes pendejadas, e ignores la lógica y la razón. Lo único que importa es no rendirte porque si te rindes pierdes, y el más necio es campeón. Una vez yo discutía con un careverga en un forum de comics sobre si había muchas violaciones en los comics. Yo estaba tan aburrido que me tomé la molestia de probarle matemáticamente que el hijueputa estaba hablando huevadas. ¿El careverga siguió? Naturalmente. No solo eso, si no que llegó a tal punto en que la única forma en que este bolsón podía seguir balbuceando estupideces era defender el culear con menores de edad como si no fuera violación, y decir que una persona que ha trabajado como editora de comics por años no sabe nada del negocio. Estoy seguro que el pendejo este hubiera defendido la violación de su propia madre a manos de Joseph Stalin con tal de no parar un segundo y darse cuenta de que estaba hablando por el ojete. Así es la gente.

No he logrado convencer a nadie de nada. Todos los que están de acuerdo conmigo, siempre lo estuvieron. Estadísticas, gráficos y hechos. ¿Qué chucha les importa esto a la mayoría? Y la verdad es que hay veces en que hasta uno mismo se puede poner irracional. La única diferencia es que los pendejos siempre son irracionales, y nunca se dan cuenta.

Por eso se cierra el blog. Ningún blog sirve para nada, pero algunos por lo menos son divertidos, y esto ya dejó de serlo para mí.

Voy a botar a todos los colaboradores para que nadie mantenga esto vivo por ninguna razón. Cada uno tiene su propio blog, así que ya saben donde ir si quieren leerlos.

Me despido con una yuca y un chiste que siempre quise contar:

Una familia: Papá, mamá, un niño, una niña y un perro entran en la oficina de un representante de espectáculos. “¿Qué quieren ustedes?” pregunta el representante de espectáculos.
“Hemos estado ensayando un número, y queremos que usted nos represente,” responde el papá.
“No, ¡a la verga! Los shows familiares ya no venden,” dice el representante.
“Por favor, señor, necesitamos el dinero, y hemos estado entrenando mucho,” le rogó la mamá. “Solo dénos una oportunidad para que vea el número.”
“Bueno, bueno, enseñen lo que tienen.”

Primero sale el niño disfrazado de Hitler y el perro vestido como un judío en un campo de concentración. El niño se pone en cuatro y le empieza a lamer el hueco del culo al perro.
Luego entra la niña, que era mongolita, disfrazada de Gandhi con un tremendo guineo y sodomiza a su hermano.
Luego entra la mamá disfrazada de Abdalá y le chupa el clítoris a la hija.
Y al final entra triunfante el papá disfrazado de Tico Tico sobre en un zeppelín y le chupa la verga al perro hasta que el perro le repleta la boca de semen, y luego lo besa en la boca al hijo hasta que los dos quedan embarrados de semen.
La mamá coge un balde y se caga un mojón en él, luego viene la hija y hace lo mismo. El papá coge la mierda y se embarra todo hasta quedar negro de tanta mierda. Ahí se pone la camiseta de Liga de Quito con el número del Tin, y el hijo se pone una camiseta del Barcelona. El papá le tumba todos los dientes al hijo con una patada al hocico y la mierda volando por todos lados.
Luego la mamá se mete una flauta por el culo y a punta de pedos toca Vasija de Barro. La hija la acompaña tocando los bongos con las tetas.
Mientras tocan la canción, el papá y el hijo jalan a la abuela en una camilla al escenario y le practican un aborto. Luego el hijo recoge los pedazos del feto, los pega con cinta scotch, le amarra unas piolas, lo transforma en títere y lo pone a bailar.
El papá infla una de esas piscinitas para niños y le hecha la mierda que quedaba en el balde. Luego viene el hijo, descuartiza de nuevo al feto y hecha los pedazos a la piscina, y luego se hace la paja sobre la piscina, y al final viene el perro y se mea.
Luego todos se tiran dentro de la piscina y empiezan a culear embarrados de orine, mierda, feto y semen. Y están ahí metidos, follando, chupando y follando cuando el papá saca un cuchillo y le hace un hueco en el craneo al perro y se lo culea por el hueco.

Luego de que todos acaban, se paran y hacen una ovación y acaban con manitos de jazz. Obviamente menos el perro que hay que cambiarlo después de cada función.

El representante de espectáculos dice “Interesante. Pero dígame, ¿cómo se llama el número?”

El padre toma la palabra y dice “LOS ARISTÓCRATAS.”